LA ROMANIZACION EN SARTAGUDA: ESTUDIO HISTORICO-ARQUEOLOGICO

 

 

María José Oyón Moreno

Francisco Blanco Durán

Índice

 

PRÓLOGO

 

 

 

 

INTRODUCCIÓN

 

 

 

 

  1. I.      LOS VASCONES EN EL VALLE DEL EBRO

 

I.1.- Los vascones y la romanización

 

 

 

 

  1. II.    LA ROMANIZACIÓN EN SARTAGUDA

 

II.1.- Hallazgos:

 

II.1.a. Cerámicas

II.1.b. Tégulas, trozos de suelo y pared

II.1.c. Piedras y sillares

II.1.d. Pesa romana

II.1.e. Monedas

II.1.f. Huesos y restos óseos

II.1.g. Metales

II.1.h. Vidrios

II.1.i. Conchas de moluscos

II.1.j. Cañerías

II.1.k. Otros

 

II.2.- Construcciones romanas:

 

II.2.a. Acueducto

II.2.b. La Torre

II.2.c. Calzada

II.2.d. «Cementerio de los moros»

II.2.e. «Cuevas de los moros»

 

 

  1. III.  CONCLUSIONES

 

 

 

 

 

 

 

PRÓLOGO

 

 

     Este cuadernillo es parte de una idea que surgió hace dos años y que pretendía elaborar una historia del pueblo, por parte de unas personas que sólo contaban con las ganas de buscar sus orígenes.

 

Como maestros, en un primer momento pensamos en acompañar la historia universal con la historia paralela de Sartaguda, sólo en el ámbito escolar. Estando en esta labor, junto con la Asociación de Padres surgió la idea de hacer una historia general del pueblo, nos la confiaron y se prestaron a ayudarnos.

 

El proyecto era ambicioso, pero partíamos de cero. Empezamos recopilando cualquier noticia sobre Sartaguda, hablando con historiadores, visitando archivos y bibliotecas, lugares históricos… y así hemos llegado a reunir un cierto material que conservamos.

 

En este proceso nos dimos cuenta de la importancia que había tenido la romanización en la historia de nuestro pueblo; así que decidimos centrarnos en ello y profundizar todo lo que pudiéramos. El resultado ha sido este trabajo.

 

Visitamos los alrededores, distintos términos del municipio, a la búsqueda de materiales que nos explicaran o contaran algo sobre ese periodo histórico.

Así ocurrió que pudimos confirmar la existencia aquí de los romanos, datar en que momento estuvieron y lanzar algunas hipótesis bastante probables.

 

Está claro que los que hemos llevado a cabo este trabajo no somos ni historiadores ni arqueólogos. Lo que nos ha movido es el interés por dar a conocer una parte de la historia de Sartaguda, dentro de las limitaciones que conlleva la falta de recursos, experiencia y el tiempo, ya que éste ha salido de nuestros ratos libres.

 

Nuestra intención ha sido siempre hacer un trabajo abierto a una mayor investigación y sería bueno que otras personas lo hicieran para ampliar y corregir lo descubierto hasta ahora. Se cumpliría uno de nuestros objetivos: que la gente del pueblo se interesara por su historia y aportara todo lo que supiera al conocimiento general. El camino es fascinante. Nosotros lo hemos podido comprobar a medida que nos íbamos adentrando.

Nuestro agradecimiento a Pedro Gumiel, de la A.P.A., por su entusiasmo y colaboración. También a María Asunción Bárbara y al alguacil, entre otras personas del pueblo, que nos ayudaron.

 

Nuestro agradecimiento especial a Xabier Antoñana, Jesús María Bea, Ángel Elvira y su esposa Inés, Jimeno Jurío y Javier Larreta, a los que acudimos en busca de orientación y amablemente nos ayudaron a sacar este proyecto adelante.

 

INTRODUCCIÓN:

 

 

     No podríamos empezar la romanización en Sartaguda sin hablar un poco antes del pueblo.

Sartaguda está situado en la Ribera Alta u Occidental de Navarra. En la actualidad, este pueblo de cerca de 1500 habitantes y que ocupa casi 15 km2 debe su riqueza principal al río Ebro, que riega sus fértiles tierras y da trabajo a la mayor parte de su población.

Los ríos han sido cruciales en la historia. Ahí comenzó la vida y fue donde se asentaron los primeros pueblos, por la necesidad de agua. Por este motivo, no es de extrañar que esta zona estuviera poblada desde épocas remotas y fuera lugar de paso de muchos de ellos.

El pueblo ha pasado por diferentes momentos históricos, varias poblaciones y despoblaciones. Aunque este trabajo se ocupa de la época romana, también aludiremos brevemente a otros momentos importantes de su historia.

Sartaguda es un pueblo de colonización, señorío desde la Edad Media hasta pleno siglo XX, propiedad de varios señores, siendo el último de ellos el Duque del Infantado. Se fue poblando en los últimos tiempos por gente que venía a trabajar a las tierras del Duque desde diversos puntos. En un momento determinado, el Duque vende el pueblo a la Diputación y ésta lo traspasa a los vecinos. Esto ocurrió después de la guerra civil, momento que marcó especialmente a Sartaguda.

Volviendo al tema, hay abundantes restos romanos y todavía podrían aparecer más con una investigación más profunda.

No quisiéramos dejar pasar este momento sin aludir la falta de sensibilización hacia este legado histórico, ya que nos hemos encontrado con algunos restos importantes en un estado deplorable. Desde la Torre de Rada, que en estos momentos es un corral de cabras, hasta el acueducto de Lodosa-Alcanadre en el que se reutilizaron sus piedras, pasando por la villa romana encontrada en el paraje La Cerradilla que actualmente es una chopera.

Nuestro trabajo consta de tres partes.

En la primera hemos querido comentar brevemente los antecedentes  de la romanización en este lugar.

La segunda corresponde a la romanización propiamente dicha en Sartaguda y es la más extensa porque hemos querido reseñar todos los hallazgos para valorar la importancia del enclave romano.

Por último, un apartado de conclusiones donde señalamos ciertas hipótesis basadas en el anterior, algunas de ellas confirmadas por expertos.

Podríamos extendernos algo más con algunos retazos de la historia de Sartaguda que hemos encontrado en este tiempo, pero no es el caso.

Hasta entonces.

 

 

  1. I.      LOS VASCONES EN EL VALLE DEL EBRO

 

La llegada de los romanos al valle del Ebro va a marcar un momento importante en nuestra historia. Los primeros hallazgos que tenemos del pueblo como villa o asentamiento en el actual término pertenecen a esta época.

Con anterioridad a este hecho, esta zona estaba ocupada por los vascones desde épocas prehistóricas y su asentamiento es anterior a las oleadas indoeuropeas que se produjeron hacia el año 1.000 a.c.

Este pueblo vascón, llamado así «hombres del bosque» por los romanos, ocupaba hacia los siglos I a.c. y I-II d.c., el valle medio del Ebro, concretamente la actual Navarra, noreste de Huesca y Zaragoza, la Rioja Baja (entre Alfaro y Calahorra) y noroeste de Guipúzcoa (entre el río Bidasoa y Oyarzun).

Se ignora casi todo sobre las formas políticas y la estructura social de los vascones, y hasta la formación del Reino de Navarra no se les conoce un solo rey, líder o caudillo; de ahí la suposición de que no tenían unidad ni instituciones políticas propiamente dichas. Sin embargo, existe entre ellos una cierta cohesión, conciencia de colectividad; pero lo más probable es que se basara en una uniformidad cultural y que no hubieran superado la estructura de carácter familiar, a partir de la cual podrían aunar sus esfuerzos para la defensa de su territorio.

Parece ser que en el norte de Navarra se dedicaban a la ganadería, mientras que en el valle del Ebro se ocupaban en la agricultura y en la metalurgia. Sin embargo, el norte es más rico en metales, por lo que es probable que los bajaran de aquí.

En cuanto a la lengua, el vascuence era de uso en competencia con el ibérico y celtibérico en zonas limítrofes. Fue desapareciendo y sustituyéndose por el romance en las tierras del sur a medida que avanzaba la romanización. No obstante, la gente del pueblo siguió hablándolo hasta el siglo XV en toda Navarra.

 

I.1.- LOS VASCONES Y LA ROMANIZACION

 

Los primeros contactos entre tropas romanas y grupos de población del valle medio del Ebro se establecen a comienzos del siglo II a.c.

La Ribera, donde se mezclaban vascones y celtíberos, fue testigo adelantado de la incursión de las legiones romanas y lugar de paso obligado para su penetración en la regiones más alejadas de la Tarraconense (1).

 

 

(1)TARRACONENSE: Extensa provincia de la España romana en época imperial. Posteriormente se dividió en otras provincias (Gallaecia y Carthaginensis), pero Sartaguda siempre se encontró dentro de ella. Ocupaba el NE peninsular.

 

 

El valle del Ebro asimiló la vida romana de una forma relativamente pacífica. Los vascones, a diferencia de otros pueblos, ofrecieron poca resistencia a los romanos y fueron adeptos a su causa.

Si embargo, debido a la romanización tuvo que establecerse una diferenciación profunda entre los vascones meridionales, que establecieron su capital en Calahorra y los del saltus (monte), que se situaron en los altos valles pirenaicos, alejados de sus vecinos meridionales y conservando su identidad primitiva. Esta zona de la montaña debió mantenerse más al margen de la influencia romana, como lo demuestran los escasos y superficiales signos de romanización.

La presencia romana provocó cambios y transformaciones importantes en las formas económicas, estructuras sociales y propició la existencia de ciudades políticamente integradas en el Imperio Romano y funcionado según el modelo de Roma.

Se da una profunda latinización de la onomástica. También una asimilación de divinidades romanas y prácticas funerarias.

Con los romanos llegó el cristianismo, nueva doctrina que debió arraigar más tempranamente en las zonas más romanizadas de la Ribera y en ciudades como Calahorra, que pudo actuar como foco difusor hacia el resto del territorio de los vascones.

De todos modos, estos cambios no significan la ruptura total con lo preexistente, que se sigue manifestando y conviviendo con lo nuevo.

Antes de pasar a concretar la romanización en Sartaguda, hay que destacar la importancia de Calahorra en este proceso (siendo una importante ciudad de la Tarraconense, por su proximidad y consecuente influencia en la villa, como detallaremos más adelante.

También hay que hacer constar que el río Ebro, en época romana, es navegable desde Tortosa hasta Varea, siendo una importante vía fluvial (las 6/7 partes del valle eran accesibles por esta vía), por donde discurrían las barcazas romanas transportando todo género de mercancías.

 

 

  1. II.    LA ROMANIZACIÓN EN SARTAGUDA

 

En Sartaguda se han encontrado restos suficientes de esta época para permitirnos deducir que gran parte de su término municipal fue asentamiento romano.

El centro principal, o villa romana, se encontraría en el término de «La Cerradilla», a 2 kms aproximadamente del pueblo actual, lugar conocido tradicionalmente por las gentes del pueblo como «ciudad de Sarta».

También aparecen en otros puntos, como los términos de «La Barca», Alto de la Mesilla y algún otro.

Se puede observar la situación de estos términos en el mapa adjunto.

A continuación vamos a enumerar todos los restos hallados en el término de Sartaguda y catalogados como romanos por expertos, que los sitúan entre los siglos II y IV d.c.

 

 

II.1. Hallazgos

 

Antes de pasar a enumerar los restos hallados en Sartaguda y para no resultar reiterativos cada vez que mencionemos uno, vamos a citar algunas de las fuentes consultadas.

Los primeros restos de que tenemos noticia son de unas prospecciones de 1956 que recoge en uno de sus trabajos María Ángeles Mezquíriz, la cual fue directora del Museo de Navarra.

De María Inés Tabar y Mercedes Unzu, datos de un estudio sobre una prospección de 1961.

En 1979, Jesús María Bea y un grupo de personas de Sesma, realizaron un informe sobre un yacimiento aparecido en el término de «La Cerradilla» que amablemente nos han facilitado.

II.1.a. Cerámicas

 

–       Terras sigillatas (arcilla roja)

 

La sigillata hispánica se ha encontrado en su mayor parte en la Ribera de Navarra, en la zona del valle del Ebro, por tratarse naturalmente de la zona más densamente poblada. Este tipo de cerámica romana constituyó la vasija normal de mesa de los habitantes de nuestra península durante los cuatro primeros siglos de nuestra era.

En el informe de Jesús María Bea aparecen estas cerámicas con los clásicos motivos o «sellos de alfarero». Motivos como ruedas de ocho o diez puntas, árboles, rayas onduladas, círculos, así como cerámica rayada, punteada y aflechada. También letras (posible nombre del propietario) y árboles grabados en la vasija después de su cocción.

Estos restos son de vasijas correspondientes al ajuar de cocina y mesa, de pequeño y mediano tamaño:

–       Vasijas muy pequeñas para esencia (decoradas)

–       Platos.

–       Vasos o cazoletas.

–       Vasijas de base estrecha y ancha envergadura (jarras y cazuelas)

–       Vasijas con adornos circulares en las asas.

 

Abundan los trozos de basa y de asas de estas terras sigillatas y aparecen también otras con motivos que pueden ser cruces.

 

Por otra parte, en un trabajo de María Ángeles Mezquíriz se puede leer: «el grupo de fragmentos de Sartaguda es el resultado de una prospección efectuada en un lugar donde parece estar situada una villa romana (se está refiriendo a La Cerradilla). Entre los decorados encontramos, en primer lugar, un fragmento (1) de buena calidad y con una fina decoración que debe fecharse en el siglo II. Por otra parte, existe otro fragmento (2), que nos recuerda a los materiales de Corella del siglo III; y finalmente, un fondo de forma tardía correspondiente a un estilo fechable en el siglo IV. Los lisos corresponden en su mayor parte a pies de platos cuya forma no puede determinarse y solamente encontramos algún fragmento claramente atribuible a la forma 8.

 

 

 

–       Cerámicas negras

 

Probablemente serían cerámicas cocidas a fuego directo y servirían para hacer la comida. Llevan decorados con rayas, así como trazos y basas buenos para la restauración.

 

–       Cerámicas de gran tamaño o grosor

 

Corresponden a vasijas contenedores de líquidos (aceite, agua, granos de cereal, etc…

Estas vasijas son fáciles de reconstruir por la abundancia y gran tamaño de los trozos: grandes asas y bordes, que demuestran que la abertura y la concavidad son de tamaño considerable. El color es rojo.

En un trabajo de María Ángeles Mezquíriz aparece textualmente: «el 7 de mayo de 1956 ingresó en el Museo de Navarra, donado por el secretario del Ayuntamiento de Sartaguda, un dolio romano completo, encontrado en el término romano de «La Cerradilla». Mide 53 cm de alto y es de arcilla color rosáceo.  La pared es gruesa y bien trabajada, presentando junto al borde tres pequeñas asas, una de las cuales se halla rota. Se trata de un recipiente típicamente romano que servía para almacenar grano, aceite, etc. Su forma varía muy poco desde la época republicana hasta plena época imperial. La pieza que nos ocupa se halló junto con una serie de fragmentos de Sigillata Hispánica, cuya cronología va desde el siglo II al IV, por lo que pensamos que, posiblemente, es la época en la que podemos situar la pieza de Sartaguda».

Aparecen también trozos de asa y vasijas de tamaño medio que posiblemente correspondan a las llamadas ánforas romanas, aunque no se puede afirmar con mucha seguridad. El color es ocre amarillo.

Seguido ofrecemos una fotografía con una muestra de trozos de estas vasijas encontradas en los mismos términos a los que antes hemos aludido. Concretamente en «El Alto de la Mesilla» es muy fácil observar actualmente la gran abundancia de ellos.

 

II.1.e. Monedas

 

Hemos encontrado estas monedas:

 

–       Dos monedas, posiblemente del emperador Constantino; por lo tanto del siglo IV d.c.. Material, cobre.

 

Una apareció en «La Cerradilla», junto a trozos de vasijas, en 1979 (1).

La otra fue encontrada por un vecino del pueblo, hace ya de esto más de 35 años, en lo alto de la peña.

 

 

–       Una moneda con esfinge de mujer con peinado característico (pelo recogido), puede ser del siglo III d.c.. Material, cobre. (2)

 

–       Existe una tercera moneda hallada en Sesma en la ruta de Sartaguda (Pasada de Resa), tal vez del emperador Vespasiano, lo que posibilitaría el remontar la historia romana de Sartaguda al siglo I d.c. (3)

 

II.1.f. Huesos, restos óseos

 

Aparecen gran cantidad de huesos, que podríamos clasificar así:

 

–       Humanos.

 

Varios dientes de personas mayores o adultas, así como de niños o adolescentes. También se ven huesos calcinados.

 

–       Animales.

 

Son muy abundantes, sobre todo de rumiantes, como vacas, también cabras, cerdos, asnos o caballos.

 

–       Colmillos.

 

Son muy finos y muy largos. No se puede especificar su procedencia animal, aunque bien pudieran ser de jabalíes.

 

–       También aparecen estructuras óseas de astados.

 

María Inés Tabar y Mercedes Unzu realizaron un estudio sobre una prospección de septiembre de 1961 en Sartaguda, en la cual aparecieron unos útiles de hueso pertenecientes al conjunto de instrumentos de costura, hilado, tejido y adorno personal. En la actualidad deben encontrarse en los fondos del Museo de Navarra.

De este conjunto forman parte:

 

–       Cuatro agujas de hueso con una perforación en forma de ocho. Son de cabeza espesa y cónica, su altura oscila entre 63 y 97 mm y de espesor máximo 5 mm. Tienen un color amarillento y su cronología se sitúa entre los siglos I-IV. Dos de ellas se conservan completas.

–       Dos agujas de hueso con una perforación en forma de ocho y otra circular. De la misma época que las anteriores, presentan mayor altura aunque el mismo espesor. Se hallan con la cabeza rota.

–       Un alfiler de cabeza decorada. Alfiler de factura muy tosca. El fuste, afacetado, tiene sectores irregulares; y la cabeza, como una prolongación del fuste, está marcada por pares de muescas asimétricas, alcanzando el máximo espesor. Remate plano. La punta ha sido obtenida mediante cuatro facetas convergentes, que interrumpen de forma brusca el perfil del objeto. Altura total, 79 mm. Espesor máximo, 10 mm. Completo, Color amarillento. Cronología, siglo I-II.

–       Punzón de cabeza plana. Fuste de sección circular excepto en la zona de la cabeza. Altura total, 71 mm. Espesor, 5 mm. Incompleto. Color amarillento. Cronología, I-IV.

 

Jesús María Bea también encontró en el término «La Cerradilla», en 1979, algunas piezas de hueso, que describió así:

 

–       Punzón. Se utilizaría posiblemente para escritura, tareas de grabado en cerámica, cera u otras materias. Por las muescas que se observan en el extremo posterior de la punta podría confundirse fácilmente con una aguja de coser.

–       Pieza de hueso pulido. Es una pieza muy rara y por eso es muy difícil especificar sus funciones primarias. Tiene forma de esfera truncada, de pequeño tamaño, pulida y compuesta de dos piezas que encajan una en otra. Pudiera ser de una lanzadera, un adorno para el pelo o bien un extraño juego.

 

II.1.g. Metales

 

Aparecen abundantes trozos de hierro que por su forma y tamaño podrían haber sido útiles de guerra (yelmo, casco, espada, coraza), o bien el fondo del crisol de la fundición.

Trozos de cobre, como las monedas y una fíbula o útil semicircular pequeño con dos agujeros en los extremos, que sería más bien un arco de fíbula, enganche para el vestido o imperdible.

 

 

II.1.h. Vidrios

 

Varios trozos de diverso tamaño, grosor y compostura. Alguno con una decoración concheada, esmaltación plateada y costra azulada, que bien pudieran ser contenedores de esencias. Otros trozos planos, ahumados y plateados, pudieran pertenecer a trozos de espejos.

 

 

 

II.1.i. Conchas de moluscos

 

–       Una concha de molusco bivalvo completa, de gran tamaño. Puede que pertenezca a una almeja de río y sirviera como cuchara.

–       Un trozo de concha de molusco bivalvo marino. Se comía habitualmente.

–       Caracoles de tierra incrustados en profundidad.

 

II.1.j. Cañerías

 

Han aparecido unos materiales de color negruzco que por su acanaladura interior parecían trozos de cañería. Puede ser un material de origen plúmbico (plomo) amalgamado con residuos arenosos y trocitos de mica. Cabe también la posibilidad de que sea galena para pulir vasijas.

 

 

II.1.k. Otros

 

Dentro de este último apartado incluimos gran cantidad de escorias de metal, vidrio, cerámica y material de construcción tipo argamasa, cal y arena, cal y canto, un material parecido al yeso para cubrir la pared que se ha de pintar, así como ladrillos macizos que pudieran corresponder a otras épocas, también utilizados por los romanos.

 

 

II.2.- CONSTRUCCIONES ROMANAS

 

Una de las aportaciones más importantes de la cultura romana fueron sus construcciones (acueductos, puentes, anfiteatros, calzadas, etc), que llevaron a todos los territorios dominados.

Vamos a hablar de algunas que afectan a nuestra historia.

 

II.2.a. Acueducto

 

Se trata de una construcción típica de la ingeniería romana, que pasaría en el momento de su construcción por Sartaguda, pudiéndose ver actualmente parte de ella al otro lado del Ebro.

Nos referimos al acueducto sobre arcadas de Alcanadre-Lodosa, conocido en la zona como «Puente de los Moros». Es un canal para la conducción de aguas que abastecía a la ciudad de Calagurris.

Lo expuesto a continuación corresponde a un amplio trabajo publicado por María Ángeles Mezquíriz, de la que ya hemos hablado anteriormente, al que nosotros añadimos fotos y datos.

Parece ser que este acueducto recogía las aguas en la conjunción de los ríos Odrón y Linares, procedentes de la Sierra de Codés, próxima a Lazagurría. Cogían el agua, no del Ebro, sino antes, porque está a más altura y con ello se obtendría mayor inclinación, correspondiendo la mayor altura en esta zona al Odrón. En esta construcción es importante la pendiente dada, ya que el movimiento de las aguas es consecuencia de la gravedad. Para salvar algunos peligros y gastos de mantenimiento, los romanos trataban evitar la excesiva velocidad del agua, que ejercería presión sobre las paredes de la conducción; para lo cual utilizaban distintos sistemas, en nuestro caso curvas. Los canales llevan curvas para ir frenando la fuerza del agua, que si no reventase las paredes. Sólo va recto en el puente al cruzar el río.

Hay otros sistemas para evitar esta excesiva velocidad; por ejemplo, los sifones. Pero los romanos no los conocían, pues hubieran podido evitar estas costosas construcciones. Por la misma razón no tenían agua corriente en las casas y debían utilizar depósitos y cisternas.

El itinerario de la conducción romana puede seguirse perfectamente en canal, por la margen izquierda del Ebro, cortado por la actual carretera de Mendavia hacia Lodosa, a partir de la cual empiezan a observarse algunos de los arcos que salvarían el río.

Después de la obra elevada que atraviesa el Ebro, siguiendo la margen derecha, encontramos restos junto a la carretera de Lodosa a Calahorra, debajo de la ladera de la Torre, en las proximidades del llamado popularmente «camino de los romanos» y en tiempos territorio de Sartaguda.

La longitud total de la canalización, desde su inicio en Mendavia hasta Calahorra, sería de unos 30 kms aproximadamente. Constaría de 108 arcos en el tramo de acueducto que atravesaría el Ebro, todos del mismo tamaño y del que se conservan 13.

El material de construcción es piedra de color rojizo, probablemente traídas de las canteras de Sesma y aglomerado de mortero y yeso en los arcos. El suelo no es de obra sino de terreno natural muy arcilloso y prácticamente impermeable.

Hay dos hechos que llaman la atención de este acueducto. Uno, las dimensiones de los pilares, menos estilizados de lo normal, debido a que el nivel a salvar en este caso no es un barranco, sino el cauce del río Ebro, debiendo soportar la fuerte corriente habitual. El otro hecho es que la anchura entre los dos parámetros es mucho mayor de lo habitual, siendo probable que fuera utilizado como puente.

Evidentemente las dimensiones de esta monumental obra de ingeniería romana son extraordinarias, incluso insólitas para el abastecimiento de agua de una ciudad antigua. Podríamos suponer también que se utilizaría para el riego a lo largo de su trayecto, para lo cual se necesitarían las oportunas concesiones oficiales, puesto que estas obras dependían del Emperador.

Para datarlo se ha tenido en cuenta un solo fragmento de Sigillata Hispánica encontrado en él con barniz rojo, anaranjado y brillante, que aunque no es suficiente, Fernández Casado lo ha tenido en cuenta, además de compararlo con otros acueductos, fechándolo en el siglo II.

 

II.2.b. La Torre

 

En lo alto de un cerro, al otro lado del Ebro, se alza la Torre, próxima a un tramo del acueducto y que antiguamente pertenecía al término de Sartaguda, también llamada Sartaguda del Ebro, de allá, y que tenía incluso parroquia propia.

Sus cimientos son romanos, aunque su edificación es posterior. Fue utilizada como torre-vigía para la defensa, al estar situada en zona fronteriza y en lo alto de un monte.

II.2.c. Calzada

 

Según fuentes literarias consultadas, en la margen derecha del Ebro se encontraría una de las calzadas romanas. Esto coincide con la creencia popular que denomina a este lugar en la parte inferior de la ladera de la Torre «camino de los romanos».

Se trata de la vía romana a Zaragoza, que posterior sería utilizada como vía secundaria del Camino de Santiago. Formaría parte de la extensa red de calzadas que los romanos construyeron para comunicar los puntos más alejados del imperio y facilitar las comunicaciones, el comercio y la difusión de la cultura.

 

II.2.d. «Cementerio moro»

 

En el año 1979, con motivo de la construcción de las defensas del Ebro, una pala excavadora se introdujo en el lugar conocido popularmente como «cementerio de los moros» y dejó al descubierto unas tumbas entre otros restos.

 

 

 

Se encuentra en el término de «La Veguilla», en la falda de la peña y ocupa una extensa zona en la que puede observarse gran cantidad de tumbas, en algunas de las cuales aún permanece el esqueleto. Todas ellas siguen un orden lineal y tienen en su parte superior tres o cuatro losas de piedra.

Aunque en un principio sólo se reparó en estos esqueletos, nosotros hemos podido constatar la presencia de otros restos, desde la clásica sigillata y tégula romana hasta unos bloques de piedra trabajados junto a algunos capiteles.

Profundizando en el estudio del cementerio y a pesar de lo dicho, parece más probable que estas tumbas sean medievales. Esto no quita que antes hubieran construido los romanos una villa en este lugar, por la sigillata y tégulas encontradas y porque los capiteles y bloques de piedra no son propios de un cementerio, sino de casas.

Por otra parte, también hemos encontrado restos de cerámicas anteriores, lo que nos hace pensar en un posible poblamiento prerromano.

 

II.2.e. «Cuevas de los moros»

 

Cerca del cementerio y según vamos hacia el río, en el mismo corte de la peña, a unos 30 metros de altura, hay unas cuevas alineadas y comunicadas entre sí a las que antiguamente se accedía por un camino desde arriba, que ha desaparecido por desprendimientos.

Con muchas dificultades llegamos hasta ellas y pudimos comprobar que estaban construidas por el hombre con argamasa y madera, pero no se apreciaban restos importantes.

Aunque en un principio pensamos que pudieran ser romanas por su proximidad a otros enclaves ya reconocidos y porque era práctica habitual en la sociedad romana echar fuera de la villa a los marginados, sin embargo parece más probable que fueran bodegas utilizadas posteriormente o lugares de refugio en tiempos de guerra.

 

 

 

  1. III.  CONCLUSIONES

 

A modo de conclusión podríamos decir que en Sartaguda convivían los vascones con celtas e íberos antes de la llegada de los romanos, aunque no se hayan encontrado restos de su presencia debido a la falta de investigaciones más profundas.

Teniendo en cuenta los hallazgos encontrados y la situación idónea para un enclave romano (al oeste de la Torre y al Sudeste Calagurris) puede afirmarse que en el término de Sartaguda hubo varios asentamientos romanos de entre los cuales el de «La Cerradilla» presenta todos los signos de una villa rural romana.

Las villas eran explotaciones agrícolas o casas de campo más o menos lujosas. Se establecían en las llanuras, en lugares cómodos cerca de los cauces fluviales y de las tierras de cultivo, integrándose en el territorium de una ciudad (en nuestro caso Calagurris).

Muchas veces, estas villas eran ocupadas por soldados reclutados en la zona y que habían luchado a favor de la causa romana, a los que se les daban unos terrenos una vez retirados.

Las actividades por los habitantes de esta villa, según documentos consultados y basándose en los restos hallados, suponemos que serían:

 

–       El comercio con Calahorra, dada su corta distancia, a la que abasteceríamos de materias primas y de la que recibiríamos los productos manufacturados.

–       La agricultura, como lo demuestran los molinos y vasijas de contención de grano encontrados.

–       La artesanía, por los restos de cerámica, alfileres, etc.

–       También es probable que hubiera pesca, estando al lado el Ebro, y ganadería por los restos óseos. Estos siempre aparecen con ceniza en el estrato, negro. Esto hace suponer que fu quemada.

 

Para terminar y a falta de investigaciones arqueológicas más profundas, afirmamos que el asentamiento de «La Cerradilla» fue una villa romana, de la cual se conservan restos datados entre los siglos II y IV d.c. correspondientes a la época imperial y constituye el primer indicio de poblamiento de Sartaguda.

No se entendería su existencia si no es en referencia a Calahorra, centro difusor de la romanización en esta zona, y al río Ebro.

Después de este periodo, la población quedó romanizada.