SARTAGUDA: LA SALIDA DEL TUNEL

REVISTA MENSUAL CONCEJO,

de Mayo de 1993, Nº 102 (pp 26,27 y 28)

 

 

Conocido hasta hace poco como el “pueblo de las viudas” por la feroz represión que sufrió durante la Guerra Civil, Sartaguda ha sido un pueblo maltratado duramente por la historia. El acceso a las tierras del duque por parte de los vecinos y el reciente “boom” de la agricultura intensiva señalan la salida del túnel histórico a que ha sido sometido este pueblo bañado por el Ebro y conocido hoy por la calidad de sus melocotones.

 

 

Con su feraz y oloroso regadío repleto de frutales, Sartaguda ofrece hoy al visitante la imagen misma de la abundancia. La actual prosperidad de esta localidad bañada por el Ebro y lindante con La Rioja contrasta sin embargo con el oscuro pasado que tuvo que soportar este pueblo de agricultores sometido hasta hace poco a una relación casi feudal con el duque del Infantado, propietario mayoritario de las tierras del pueblo.

 

Obedientes colonos

 

Según se lee en el libro Navarra, 1936: de la esperanza al terror, en 1931, el 79 % de la población de Sartaguda eran colonos del duque que, a través de su administrador, trabajaban la mayor parte del regadío en condiciones de extrema sumisión. Los conflictos derivados de esta situación estructural, dieron lugar en la Guerra Civil a una feroz represión responsable del luctuoso apelativo de “pueblo de las viudas” con el que se bautizó a esta localidad durante los años de la postguerra.

La tensión social se alivió en gran medida a mediados de los años 40 con la compra por parte de la Diputación de las tierras del duque, que fueron posteriormente revendidas a los vecinos entre 1946 y 1950. “Antes de la compra-venta, los propietarios de tierra en Sartaguda eran 54 personas, que pasaron a 364 después de 1950”. Este hecho marca la salida del túnel histórico de Sartaguda, que ha conocido desde entonces un notable resurgimiento económico y social derivado en buena medida de la intensificación de la agricultura y la introducción reciente del cultivo de frutales.

“Vacas gordas”

 

“Al principio, como había poca tierra y estaba muy repartida, la gente comenzó con cultivos muy intensivos (patatas, espinaca, judías verdes, coliflor…);  luego vinieron los años buenos del espárrago, de cuyo cultivo fuimos pioneros en Navarra, y ya cuando la comercialización de este producto empezó a decaer, los agricultores sartagudeses se pasaron al cultivo de frutales, siguiendo el ejemplo de la zona de la Almunia de Doña Godina, en Aragón, con la que hemos tenido mucha relación.

“En Sartaguda, se han conocido años muy buenos porque cuando empezamos con el melocotón, a principios de los 70, éramos los únicos de la zona dedicados a la fruticultura. Luego, se daba la circunstancia que en Lérida, que es zona más adelantada, se acababa la fruta cuando empezaba aquí, con lo cual los agricultores de Sartaguda que habían conseguido además unas variedades muy buenas que no se encontraban en otras partes, tuvieron un tiempo muy favorable para la comercialización de la fruta. Ahora, la situación ha cambiado porque hay otros pueblos, que se han dedicado también a los frutales, y con los malos vientos que corren para la agricultura con la entrada en el mercado común, los agricultores sartagudeses se encuentran con el “handicap” de la escasez de tierras de cultivo.

 

Tierra escasa y muy repartida

 

Actualmente, el 80 % de los más de 1.300 habitantes de Sartaguda dependen de la agricultura. Sin embargo el pueblo –que cuenta con 15 kms2 de extensión, dispone sólo de 500 hectáreas de secano (éstas son en un 80 % propiedad comunal que el Ayuntamiento reparte en lotes a los vecinos), y otras 500 hectáreas de regadío, que –salvo el 10 % de propiedad municipal- se encuentran muy repartidas entre los vecinos del pueblo. “Aunque las propiedades son todas pequeñas, en Sartaguda puede haber 4 ó 5 propietarios grandes con unas 7 u 8 hectáreas cada uno; luego están los propietarios medianos que son la gran mayoría y tienen aproximadamente una hectárea y media, y finalmente los pequeños propietarios, que tienen entre 1 y 3 robadas de regadío y se corresponden con ese 20 % de los vecinos que tienen otras ocupaciones ajenas a la agricultura.

A pesar del escaso término municipal, la calidad de la tierra de regadío y sobre todo el carácter emprendedor de los sartagudeses –que han tenido que realizar importantes inversiones y especializarse en tratamientos fitosanitarios, poda, etc… para sacar adelante sus nuevas explotaciones- han hecho posible un importante desarrollo económico y social, que se ha visto complementado paralelamente con la realización de algunas obras fundamentales para el desarrollo general del pueblo.

 

Obras y proyectos

 

Comenta Serafín Urbiola Miguel, alcalde de Sartaguda, que la primera de ellas fue la construcción a principios de los 80 del puente sobre el Ebro, que rompió el histórico aislamiento de Sartaguda entre Lodosa y el río, permitiendo a los vecinos un rápido acceso a la carretera de Estella-Calahorra.

Otra de las obras importantes de los últimos años ha sido también la reciente recuperación de la antigua central eléctrica de Sartaguda que, promovida proporciona hoy al pueblo –a través del Consorcio integrado por el Ayuntamiento y el Sindicato de Riegos- interesantes ingresos, que están permitiendo a su vez realizar nuevas inversiones. La primera de éstas ha sido la pavimentación de los caminos del regadío con un coste total de 50 millones de pesetas.

A pesar de las importantes obras desarrolladas en los últimos años (frontón, piscinas, casa de cultura, etc…) en Sartaguda quedan pendientes de satisfacción algunas necesidades básicas de infraestructuras como la reforma de las redes de abastecimiento y saneamiento, el alumbrado público y la pavimentación de varias calles del pueblo. Junto a estas obras que el Ayuntamiento ha incluido en el Plan Trienal, los actuales proyectos de la actual Corporación (1991-1995) son también la reforma de la Casa Consistorial, el arreglo de la Plaza de los Fueros, la remodelación de las piscinas, la ampliación del recinto polideportivo y la realización del acceso a la zona de usos diversos con el fin de evitar el tráfico pesado por el pueblo.

 

Regar el monte

 

Con todo, el principal reto de este pueblo de agricultores innovadores consiste hoy en la puesta en regadío de 3.000 robadas en el monte comunal de Sartaguda. Dada la escasez de tierra, y la dedicación mayoritaria de los vecinos a la agricultura intensiva, esta obra que cuenta ya con el antecedente de transformación en regadío de 46 hectáreas propiedad del Ayuntamiento, se contempla en Sartaguda como una necesidad de la que depende el futuro económico de la localidad. “Sin esta salida, Sartaguda se nos puede hundir, ya que con la entrada en el mercado común, las explotaciones pequeñas tienden a desaparecer”, dice el Alcalde.

De momento, dadas las dificultades existentes para lograr una concesión de agua de la Confederación Hidrográfica del Ebro, la idea consiste en construir un embalse y recoger en él, por elevación, el agua sobrante en invierno del canal. La Corporación sartagudesa ha entrado en conversaciones con Riegos de Navarra con el fin de conseguir el apoyo financiero necesario para acometer esta obra de la que se hace depender la continuidad agrícola de Sartaguda. “Si se sube el agua al monte, los agricultores pasarían de la hectárea y media que tienen ahora, a las 5 ó 6 hectáreas. Con esto, además del lote y de la tierra de la gente que no trabaja, los agricultores se podrían defender”, dice el Alcalde. “Creo además que el Gobierno de Navarra tiene la obligación moral de acometer esta inversión porque si en otros lugares se han hecho regadíos en los que se está plantando trigo o cebada con muy poca rentabilidad, en Sartaguda una hectárea de frutales es rentable al cien por cien”.

 

SARTAGUDA: LA SALIDA DEL TUNEL

REVISTA MENSUAL CONCEJO,

de Mayo de 1993, Nº 102 (pp 26,27 y 28)

 

Cuaderno de Viaje

 

¡VIVA EL DUQUE!

 

         Sartaguda ha sido sin duda un pueblo maltratado por la historia. Despoblada a finales del siglo XV a consecuencia de las guerras entre agromonteses y beaumonteses, esta Villa, “encarcelada” durante siglos entre el Ebro y el término de Lodosa, perteneció primero al Conde de Altamira (XVIII), luego al Marqués de Castelví (1802) y finalmente al Duque del Infantado, que disfrutó la mayor parte de sus tierras hasta mediados de los cuarenta.

Según el escritor Pablo Antoñana, a principios del siglo XIX el caserío de Sartaguda estaba partido en dos núcleos por el río Ebro. En uno se encontraba la “granja” del conde con su castillo del que resta hoy la torre en ruinas –hoy está allí también la estación de Lodosa (dicen que ambos pueblos se jugaron esa parte de tierra a las cartas, perdiendo Sartaguda la partida)-, y en el otro el núcleo actual estructurado en torno a la iglesia de Nuestra Señora del Rosario, hoy fuera de culto. Una barca comunicaba ambas orillas del Ebro, que el duque cruzaba cuando venía de visita, y era recibido por los niños de la escuela, la Guardia Civil, el Alcalde, el administrador y los obedientes vecinos que aplaudían la polvorienta esfinge de su señor bajando del tíburi al grito de “Viva el duque”. Situado pared con pared con el cuartel de la Benemérita, en lo que es actualmente el Ayuntamiento, el palacio ducal fue el símbolo de la relación feudal a que se vieron sometidos buena parte de los vecinos del pueblo hace poco menos de medio siglo. “Nadie podía construir en su tierra, nadie podía comprar si él no vendía, y la señora duquesa –escribe Antoñana-, abanicándose, decía enfática que las rentas de Sartaguda (el sudor, el amargor y el rencor de los villanos) no le llegaba ni para un refresco. Afortunadamente, aquellos tiempos pasaron, el puente une hoy las dos partes históricas del pueblo y el polvo y el sudor de los vecinos sirve hoy al menos para construir confortables viviendas y producir los perfumados melocotones de su huerta, que constituyen ahora el nuevo estandarte de la localidad.